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Aprendiendo a obedecer, esa aventura

Si me disculpan la generalización, a los españoles nos cuesta obedecer. Al contrario que los alemanes, los latinos tenemos una desconfianza instintiva hacia los gobiernos, las organizaciones y hacia los jefes, quizá porque durante siglos los hemos tenido malos. Nuestra independencia de criterio nos hace difíciles de convencer, incluso ante lo evidente. El español imagina mucho, piensa poco y se aburre pronto, por eso es un subordinado con complicaciones. Hay líderes naturales con gran talento para mandar… pero que no obedecen ni a tiros cuando les toca a ellos ser mandados.

Hay mil maneras de sabotear una directiva o una instrucción sin negarse frontalmente a ella, pero en las organizaciones de éxito es imprescindible que haya objetivos que se cumplen a través de acciones que se deben seguir. No vale cumplir únicamente las normas que me gustan o las que se alinean con mis prioridades. Hoy mismo he tenido una reunión con miembros de mi equipo a los que les he dicho que no creo mucho en reglamentos al dictado ni en normas de obligado cumplimiento, creo en procedimientos bien explicados que la gente aplique de buen grado, convencidos de que es lo mejor para todos.

No obstante, habrá ocasiones donde será preciso imponer medidas que no siempre serán compartidas por nuestros subordinados y en tal caso nuestra expectativa como líderes será que nuestra dirección se cumpla. En mi caso, pongo especial interés en que mis instrucciones se cumplan con puntualidad porque no soy el jefe de las mil órdenes y cuando mando algo estoy persuadido de que tiene valor para el éxito de mi organización. Siempre pongo interés en explicar mis decisiones y en persuadir de sus beneficios, pero no siempre es posible.

Apoyar la decisión tomada
Desde el prisma de subordinado, aprendí hace años que una vez tomada la decisión por un superior, ya no caben más discusiones. Hay que ejecutarla al margen de cualquier opinión. El gran milagro de liderazgo es que el equipo toma de buen grado el rumbo marcado, pero cuando no sea agradable también hay que seguirlo. Los líderes valoramos mucho el cumplimiento de lo mandado, porque el funcionamiento de la organización es mucho más ágil y efectivo, por eso debemos ser nosotros cumplidores puntuales. Cuando formamos parte de un equipo y obedecemos con precisión, todo contribuye a engrandecer la acción de nuestro líder. Como tantas cosas en esta disciplina, si nos cuesta hacer lo que nos dicen, entonces debemos trabajar duro en adquirir esa competencia.

Aprendamos a obedecer mejor y más fielmente, que comience la aventura.

 

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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