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¡Vamos a comernos septiembre!

Se puede ser de los que se quejan o se puede ser de los que luchan… ¡y ganan! Yo soy de los que tras varias semanas de vacaciones estoy deseando volver a mi puesto porque trabajar es crear y construir un mundo mejor (siquiera mi pequeño mundo). Gran parte de nuestra felicidad ante las curvas de la vida es cómo se las toma uno ¿carga o desafío? ¿cansancio o satisfacción? ¿alegría o enfado? ¿ visión o pesimismo? Hemos de convencernos de que el punto de palanca está en nosotros y tenemos que usarlo.

Como líderes de nuestros equipos debemos estar frescos y renovados porque nos hemos tomado en serio descansar adecuadamente. Nos debemos a un grupo de personas que nos quieren ver optimistas y con ganas de comernos el mundo, de comernos septiembre como una sandía fresca. Nada de creerse las tonterías de los cenizos del síndrome postvacacional o del burnt-out porque con nosotros no puede nadie. Salimos a por todas y tenemos muchos retos importantes por delante.

En mi carrera he conocido a muchos directivos con todo tipo de personalidades y los que más inspiran son los que están siempre sonriendo y mirando al futuro. Son los que inspiran más confianza porque se toman su labor tan en positivo que su actitud resulta contagiosa. Aunque todos tenemos muchos problemas, las achicamos si los abordamos en positivo. Hay que reír más y huir de la oscuridad del lamento y la queja. Si el líder tiene que guiar, tiene que ser luminoso para enseñar el camino. Hoy voy con prisa y no me puedo extender mucho más: claro, ¡me tengo que comer septiembre!

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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