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La Guerra: tiempos negros que regresan del pasado

De repente tenemos otra gran guerra en la vieja Europa, no quedaba ya recuerdo vivo de ella. Nos vienen a la memoria imágenes de la Segunda Guerra Mundial, columnas de carros avanzando por carreteras angostas; edificios arruinados; esas largas colas de refugiados, casi todos ancianos, mujeres y niños; la barbarie y las atrocidades contra civiles. Hoy es Bucha, hace ochenta años fue Oradour-Sur-Glane en Francia, casos casi idénticos. Si ayer nuestro problema era cómo gestionar un equipo para que fuera más productivo, hoy nuestros colegas ucranianos están en el campo, emboscando al enemigo Ruso. El espanto llena nuestros corazones y nos hace relativizar nuestros problemas.

Ante la perspectiva de tener que matar o de poder morir en cualquier momento, cuadrar los resultados trimestrales o negociar con los sindicatos parece un juego de niños. Vuelven a oírse conceptos épicos como resistencia, heroísmo, valor, camaradería. También los más siniestros: genocidio, sufrimiento, asesinatos, crisis (otra). Qué horror.

Pero seguimos teniendo responsabilidades. Debemos ser conscientes de la dificultad de la época que nos ha tocado vivir -peor fue la de nuestros abuelos- para mantener la templanza ante la adversidad. Yo hoy apenas conozco organizaciones que estén saneadas económicamente, al contrario, somos legión los que tenemos que capear los efectos perversos de los últimos temporales.

En nuestros días, el mejor ejercicio de liderazgo que podemos hacer es estar serenos y ser transparentes con nuestro equipo: «son tiempos negros, pero juntos caminaremos hacia la luz».

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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