Si eres empleado raso, claro que puedes ser líder
Impartiendo mis cursos de liderazgo es habitual que en las presentaciones alguien diga: «yo realmente no tengo un equipo pero me han invitado a participar». Parece que el interesado dudara de la necesidad de formarse como líder. Los que recuerden la película «Salvando al soldado Ryan», no discutirán que el personaje encargado por Matt Damon es un gran líder, a pesar de ser un humilde cabo de la 101 División Aerotransportada estadounidense. En la película lo conocemos cuando ya lo ha encontrado un capitán, que está muchos empleos por encima, sin embargo demuestra capacidad en combate y compenetración con su pelotón; algo que se nos muestra desde el primer momento.
Creo a pies juntillas en el axioma: «una empresa de líderes es una empresa líder». Además, si hoy no mandamos sobre nadie, eso no significa que no lo hagamos en el futuro. Si uno se identifica con los fines de su organización, tendrá una mayor propensión a participar activamente en su desarrollo. No perdamos de vista que los líderes se sienten cómodos rodeándose de otros líderes y tienen siempre crecientes necesidades de delegación. Una excelente manera de liderar desde la base del escalafón es pidiendo responsabilidades, que nos asignen tareas que sabemos positivamente que haremos bien, generando un alivio en la organización. Todos queremos gente valiosa a nuestro alrededor y, lo más importante, todos queremos sentirnos valiosos.
Para que los líderes rasos florezcan debe existir una cultura de liderazgo de una empresa pujante. En el peor de los casos, los enterados y vagos nos criticarán por querer destacar. Los tóxicos no nos perdonarán que trabajemos para dar lo mejor. Claro que a nosotros nos importa un bledo lo que piense la gentecilla que se contenta con rumiar su mala suerte, nosotros queremos tener una vida luminosa llena de éxitos. Pensamos en positivo.
Propongo un decálogo, con algunas técnicas de gestión que nos ayudarán a florecer como líderes desde la base:
- Querer ser. Convéncete de que vas a ser alguien que marcará la diferencia.
- Positividad. Actitud siempre positiva, sí se puede, claro que lo sacamos. Trata de ser el mejor en lo tuyo.
- Propuestas. Acepta de buen grado las órdenes e instrucciones, incluso sin nos las compartes (sugiere con prudencia oportunidades mejoras sin ser impertinente.
- Petición de delegación. Propón que se te deleguen tareas, tendrás más responsabilidad pero serás más valioso. También puede proponer dar formación.
- Discreción. Evita participar de los dimes y diretes de la tribu (ellos no van a llegar a nada, tu sí).
- Humildad. No hables mal de nadie. Si tienes que hablar de ti, ni bien ni mal. Huye del conflicto.
- Honor. Siente esa íntima satisfacción del trabajo bien hecho y del deber cumplido.
- Competencias. Fórmate todo lo que puedas y después… sigue formándote.
- Ambición. Si te ofrecen un ascenso, no lo dudes ni hagas mil preguntas. Di que tú estás dispuesto a aceptar el reto por el bien de la organización.
- Valor. Si tu jefe es tóxico, cambia de organización. Sé valiente, busca seguir a los mejores.
Estas sencillas técnicas llamarán la atención de los jefes inmediatamente y salvo que sean malos bichos, nos reconocerán nuestro interés y capacidad. De lo contrario, insisto, cambia a una organización donde se te valore, da el salto con bravura… todo menos convertirte en otro ser gris que sólo lamenta lo dura que es la vida.
Como mínimos serás líder de tu vida, de tu carrera y de tu destino.
Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales
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