Sé fuerte, tu equipo lo necesita
Cuesta demostrar fortaleza en una crisis. Uno mismo pasa miedo ante los males del mundo. Escribo en plena pandemia del coronavirus , cuando pasado lo peor, ignoramos lo que trae el futuro. Nos hablan de rebrotes, parados y empresas quebradas. Resulta casi imposible mantenerse entero, pero a diferencia de los miembros del equipo, el líder debe ser y estar fuerte. Cuando decidimos que queríamos ser líderes emprendimos un camino en el que había que aprender a dominar las emociones. Últimamente, he visto algunos altos cargos bloqueados ante situaciones desbordantes; jefes encapsulados, sin contacto con sus subordinados. Se aislaban de su mejor recurso, de su gente. Cuando el que manda está mal, los que tienen que obedecer suelen estar peor. Si el equipo se pregunta «¿qué estará haciendo el jefe para resolver esto?» imaginarán ficciones causando un efecto destructivo, precisamente cuando generar confianza es vital. Hoy un líder tiene que tomar las decisiones menos malas en su guerra contra los efectos del covid-19.
Demostrar entereza cuando se siente desolación es una técnica que se aprende. Se fortalece la actitud interior con práctica, igual que se ejercita el cuerpo con la repetición de una gimnasia. Nos ayudará despreocuparnos de todo aquello que no podemos controlar, centrándonos en lo que sí podemos cambiar. La acción es necesaria para sentir que controlamos el porvenir. Hemos visto cómo comerciantes y hosteleros han ideado todo tipo de soluciones ingeniosas para preservar a sus clientes del virus: mamparas, acotados, ¡incluso un robot para escanciar cerveza! Al margen de su utilidad, estas personas estaban reaccionando ante un parón económico cuyo alivio no dependía de ellos. Sin embargo, hicieron algo meritorio: buscar soluciones dentro de su ámbito de gestión. Lamentarse puede servir de desahogo, pero no nos sacará de nada. Hacer algo útil es primordial.
Como ocurre en una familia ante un infortunio, los padres suelen preservar a sus hijos de los aspectos más crudos. El líder lo hace exactamente igual con su equipo. Sin obviar la adversidad, tiene que absorber parte de la incertidumbre y de la angustia. El líder es un paraguas para su equipo ante los aspectos negativos de cualquier situación sobrevenida. Reconociendo que no habrá soluciones milagrosas, elaborará el mejor plan posible, sin darse por derrotado y lo pondrá en práctica.
Suelo decir a mi equipo que «de las crisis se sale fortalecido» porque la valentía necesaria para afrontar situaciones críticas es algo que ya se quedará con nosotros para siempre. La tempestad es buena escuela tanto para navegantes como para líderes. Ambos necesitan un timón firme.
Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales
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