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Liderazgo: la pureza de nuestras intenciones

Los niños pequeños nos agradan por su inocencia. Los consideramos seres puros y sin maldad. Aunque cometan travesuras o sean egoistillas, sus mirada dulces y su cara llenas de churretes nos hace recobrar la fe en el ser humano. Corren tiempos en los que la sociedad huye de sí misma. Existe una tensión soterrada que no son capaces de resolver nuestros próceres, ni los medios de comunicación, ni las redes sociales. Yo creo que es porque la vida se ha puesto muy difícil y nos hace sentir un gran naufragio colectivo. Necesitamos volver a la esencia de lo infantil para ver lo que nos rodea con ojos de niño.

Sin considerarnos santos, es posible actuar con nobleza y pureza de intenciones. Quizá sea la fórmula más revolucionaria de enfrentarnos a una sociedad con tanto ególatra importante y tanto oportunista. Si queremos lo mejor para nuestra familia, para nuestro equipo y para nuestra organización;  si trabajamos honradamente por ello, estamos demostrando esa pureza de intenciones tan necesaria para el bien común. Al margen de las debilidades que todos tenemos, actuar por los demás es justo lo que se necesitamos en esta época turbulenta que a veces parece una carrera de ratas hacia no se sabe dónde.

La grave pandemia que padecemos ha tenido también aspectos luminosos. Uno de ellos es que nos hace reflexionar sobre lo esencial, lo importante en nuestras existencias. Hemos descubierto que se puede vivir perfectamente sin grandes cenas, sin grandes fiestas populares, sin excesos. Hemos recuperado la preocupación por nuestros mayores, con los que hemos sido pacientes. Hemos sido respetuosos con los que tenían miedo y vigilantes con los demasiado osados.

Los líderes vivimos también un periodo en el que conviene retornar a la esencia de lo importante, al oficio, a la protección del equipo, a consolar a aquellos que peor lo pasan o a los miembros que han perdido a algún ser querido. Nada gustará más a nuestra gente que vernos actuar con esa pureza en la que buscamos con honestidad la mejora de nuestro proyecto colectivo, incluso si hay que tomar decisiones difíciles.

Actuar con pureza de intenciones es demostrar rectitud, honor, valentía y decisión. Eso es lo que hace un gran líder, salir a la contra con actitudes sorprendentes que van en contra de la corriente de la gente mediocre.

Sed valientes, sed puros.

 

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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