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Liderar es iniciar, resistir y perseverar

Todos conocemos alguien que montó un negocio que fue una pifia total. En estos casos, es difícil discernir qué proyectos se hundieron porque estaban abocados al fracaso o eran buenas ideas a las que les faltó su tiempo, se adelantaron a los ritmos de la sociedad o les faltó unos pocos meses cruciales para florecer. Al final se agotó el dinero o la paciencia del dueño y las puertas se cerraron. En un almuerzo hace ya años, Salvador Moreno, dueño de la compañía Swiftair, me comentaba algo que recuerdo con nitidez: «Los grandes empresarios convierten los malos negocios en buenos: luchan, pelean y siguen hasta que ganan dinero cuando nadie lo consigue». Estaba convencido de que el genio del líder es capaz de vencer obstáculos ante los que la mayoría se rinden.

La iniciativa, la capacidad de emprender, diferencia a los líderes de las personas corrientes. Quizá porque empezar es lo más difícil, sobre todo desde cero. Al liderazgo lo define la acción porque le da su razón de ser. Imposible ser líder si no existe movimiento, imposible ser líder sin un objetivo, imposible ser líder sin un equipo para cumplirlo. Emprender tiene muy buena prensa, el emprendedor es alguien que se atreve a intentarlo y eso es digno de admiración. Emprender es hacer un sueño realidad porque se produce una traslación literal entre algo imaginado y una realidad construida. Así, el proceso creativo se repite tres veces: lo imaginado, lo creado y su resultado final.

Pronto descubrirá el emprendedor que empezar es sólo el primer paso porque el mercado es duro, implacable -por eso la empresa es tan buena escuela de vida-  y que tiene que trabajar todas las horas del mundo para imponerse a él. La sociedad necesita emprendedores, claro, pero emprendedores que sean líderes resistentes y persistentes. Cualquier proyecto va a verse pronto combatido por efectos ambientales y sociales adversos. La realidad tiene una lógica mucho menos lírica que el mundo de las ideas imaginarias o de las fantasías agradables. Cuesta un segundo imaginarse como empresario de éxito, pero cuesta una vida entera conseguirlo y la mayoría no lo logran. Cualquier hecho meritorio requiere esfuerzo y liderar un proyecto de éxito, también.

El líder perseverante
La perseverancia ante las dificultades propias de cualquier proyecto es lo que diferencia al líder de un soñador inconstante. He conocido a muchas personas que han empezado un negocio pensando que consistía básicamente crear un logo chulo, lanzar una página web y empezar a ganar dinero. También existen empresarios que tienen éxito inicial y no saben cómo gestionarlo, lo malogran o incluso se agobian con la responsabilidad abrumadora que supone atender a un número creciente de clientes. El liderazgo perseverante se traduce en resistir, sobre todo, la tentación de abandonar cuando la situación se pone fea o cuando la presión aumenta. Resistir supone cultivar la propia fortaleza para vencer la adversidad, como hacen los corredores de maratón que cuando su cuerpo les dice: «para», ellos siguen. Hay que vencer la tendencia natural que nos explica que cuando estamos fatigados debemos descansar. En momentos así, el líder se rearma y persiste en alcanzar su objetivo. Muchas historias empresariales son fascinantes, cuando se repasa la biografía de líderes empresariales de éxito se descubre que crearon sus emporios porque además de ser visionarios jamás se rindieron. Ser visionario es fácil, no rendirse, es muy difícil.

La mayor fuerza de la naturaleza, la de voluntad, es la que marca la diferencia entre los que se conforman con soñar y los que se atreven a hacer realidad sus sueños.

 

 

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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