Volver a aprender
Qué maravilla esa gente joven que ya sabe todas las verdades fundamentales de la vida. Con veinticinco años no necesitan aprender más. Claro, están equivocados porque vivimos en una sociedad donde la competitividad es acerada y se requieren múltiples competencias que se adquieren con esfuerzo. Los que no se forman, no triunfan, por más que la propaganda les diga otra cosa. El gusto por aprender es una ventaja en nuestra carrera profesional porque la persona instruida ve mucho más allá que la inculta, «tiene más luces» y llega más lejos. Además, los sabios suelen ser más moderados y proclives a cuestionar los dogmas de la tribu.
Para el líder de una organización de éxito, la pereza o la suficiencia le invitarán a seguir su senda plácidamente sin mayores preocupaciones. Oímos hablar de la mejora continua en las organizaciones pero poco de la mejora continua de cada uno de nosotros, que somos quienes las formamos. En la vida adulta, la curiosidad por aprender se apaga porque requiere tiempo, ganas y humildad intelectual. Lo primero que hay que reconocerse es la carencia de competencias y si se llega a este punto, será necesario activar la energía necesaria para remediarla.
Quizá lo más difícil sea aprender a volver a aprender. Tengo la costumbre de sentarme con mis directivos una vez al año en una entrevista abierta para que me cuenten cómo ven su empresa, su relación con los demás y su trabajo. Al final del encuentro, que suele durar más de una hora, deslizo la pregunta: «¿sientes que te falta alguna competencia para mejorar en tu desempeño?». Casi todas las respuestas suelen ser «no» o, como en alguna ocasión me han respondido, me dicen: «me falta el inglés». Mi conclusión, tras decenas de estos encuentros, es que la mayoría de los buenos profesionales carecen del hábito de autoevaluación y menos aún de una metodología adecuada para identificar y remediar carencias competenciales.
Aprender en la vida adulta
¿Tan difícil es aprender en la vida adulta? Depende, pensemos que muchos de nosotros nos entregamos gozosos al estudio de materias relacionadas con nuestras aficiones o intereses. Nos cuesta más en el trabajo, quizá porque está relacionado con el negocio, porque nos aburre o porque creemos que reconocer carencias es mostrar debilidades, cuando lo que queremos es perfeccionarnos. Quién esto lea querrá mejorar como líder de su equipo, pero a su vez, su equipo tiene que seguir aprendiendo para ser más productivo.
El líder competitivo debe formarse y procurar formación a su equipo. La formación de adultos en organizaciones no consiste sólo en hacer cursos de dinámica de equipo o en ingresar en programas de escuelas de negocios; sino en incorporar competencias útiles que faciliten el desempeño de sus funciones profesionales. Desde el punto de vista organizativo, el espíritu es ser mejor para cumplir más fácilmente con la misión.
Tras nuestro auto-examen de capacidades tenemos muchas facilidades. Hoy el acceso gratuito a conocimientos útiles es muy sencillo a través de internet. Es facilísimo leer artículos, ver vídeos que inspiren, acceder a las experiencias de los demás o encontrar libros. Muchos profesionales disfrutan divulgando a través de la red y eso supone un beneficio para los que tengan la humildad de querer aprender. Aprovechémonos de ello.
Muchas de las competencias clave de un líder están relacionadas con el pulido de la propia personalidad, con mejorar las habilidades sociales y con una mayor efectividad directiva. La formación debe orientarse a aspectos tan poco académicos como la paciencia, la templanza, aprender a escuchar o a dominar los signos de lenguaje corporal. Es importante conocer qué hace que una reunión sea más productiva o cómo preparar un presupuesto, pero también relajar al equipo ante un reto crucial o cómo convencer a un cliente sin dar imagen de impaciencia. Esas habilidades blandas (soft-skills) son tanto más importantes como elevado sea el cargo del líder o la lideresa.
Si para ser líder el primer paso es «querer ser líder»; para mejorar, el primer paso es querer mejorar.
Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales
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