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Liderazgo internacional

Acabo de regresar de una misión internacional de prospección de proyectos y he pensado que sería interesante desarrollar este concepto.

Entendemos por liderazgo internacional como el que se ejerce fuera de las propias fronteras, en diferentes países, y por tanto, alejado de un entorno socio-cultural concreto. No hacen negocios de igual forma los chinos, los marroquíes, los canadienses o los salvadoreños. Como estos artículos deben ser breves, mencionaré tres facetas que hay que comprender para ser un líder internacional: «lo que nos une», «lo que nos hace diferentes» y  «el punto de encuentro».

Lo que nos une. Tras muchos viajes, muchos aeropuertos y muchísimas y reuniones de negocios me he percatado que hay valores que son universales a cualquiera de nosotros. Sobre todo he comprobado que las técnicas de liderazgo basadas en la motivación de equipos no son exclusivas ni de un país ni de una cultura específicas. Los tres ingredientes del liderazgo: generosidad, humildad y autoconcepto se han desarrollado filosóficamente no sólo en la civilización judeocristiana, sino por las corrientes del taoísmo milenario, donde se alcanza la mayor grandeza mediante la renuncia absoluta a lo mundano. Con el denominador común de la determinación y el agrado del dominio de las normas de educación, es muy posible ser efectivo en varios culturas y en casi cualquier idioma. Eso no significa tener éxito inmediato, porque también hay elementos diferenciadores que juegan en nuestra contra.

Lo que nos hace diferentes: He estado en reuniones en las que sólo por el lenguaje gestual de mi interlocutor he sabido que mi propósito era baldío. Esto ocurre porque uno llega con sus códigos bien aprendidos y a veces lo que nos parece una obviedad no funciona, no cala. Podemos ofrecer un servicio necesario, con una gran demanda, a un precio adecuado y sencillamente no tenemos la menor opción. Esto sucede porque en nuestro mundo, la sociedad está estructurada de una manera que habitualmente no coincide con la del país en el que estamos. Ni el mercado, ni los modos de pago, ni las fórmulas de contratación, ni la seguridad jurídica han de coincidir. Por nobles y atractivas que sean nuestras proposiciones no se nos desvelan las claves. Si apuesto por la calidad, habrá quien me gane en precio; si voy a precio, el margen puede ser tan estrecho que el negocio no resulte rentable. Difícil.

El punto de encuentro: El punto de encuentro es indudablemente lo que cada uno de nosotros gana realmente con un proyecto, un negocio o una transacción. Todo el mundo quiere solucionar su problema, pero a veces lo aparente dista de la motivación última del que tenemos enfrente. La clave del éxito puede ser la promoción personal; la tranquilidad de ver que lo pactado se cumple; el deseo de brillar haciendo algo diferente o el que su familia se beneficie indirectamente de la inversión. Nosotros por nuestra parte queremos abrir un nuevo mercado lucrativo con el menor riesgo posible. La clave en estos casos será encontrar estos puntos de encuentro con paciencia, determinación e inteligencia. Siempre con un compromiso ético irrenunciable. De esta forma estaremos ejerciendo un liderazgo internacional también fuera de nuestras fronteras.

Si nos fijamos en las organizaciones que tienen éxito internacionalmente comprobaremos que se basan en una fidelidad a la calidad de sus productos y servicios. Son fieles a su filosofía de trabajo. Siempre hay un mercado para lo bueno.

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

Para más información sobre este asunto, tengo escrito un libro completo sobre internacionalización titulado «Guía para los trotamundos de cuello blanco«.