Cómo desconectar: el arte de descansar bien
Estamos en agosto, que es tiempo de desconexión. Sin embargo, para muchos de nosotros en esta época actual, incluso eso se ha convertido en una nueva dificultad. Quién nos iba a decir que descasar bien nos iba a resultar complicado. Pues sí, hoy llevamos las obligaciones y las urgencias físicamente con nosotros, en nuestro móvil, del que no nos separamos (algunos ni para hacer deporte). Tenemos tendencia a mirar la máquina entre dos y cuatro horas al día: ¡una barbaridad! Aunque estemos de vacaciones, los grupos de trabajo siguen activos, surgen urgencias y como líderes tenemos propensión a descansar con un ojo abierto, malogrando estos días tan importantes.
Como somos muy disciplinados, en vacaciones tenemos que cumplir dos obligaciones: que nuestro equipo descanse y descansar nosotros. Parece obvio pero no a todo el mundo con responsabilidades lo lleva bien.
El primer reto, el descanso del equipo, ha de ser una prioridad para cualquier líder. Tras un año de trabajo, incluso los mejores y más comprometidos necesitan relajarse, aunque les encante su trabajo. Todos hemos notado que cuando acumulamos fatiga y estrés de manera lenta pero inexorable, al final nos encontramos mal y nos volvemos más irascibles. A nuestro equipo le pasa lo mismo, por lo que hay que establecer una política clara de desconexión: al que está de vacaciones no se le molesta, no se le llama, se le saca de los grupos de trabajo si es preciso. El asueto es sagrado y ha de ser objeto de una política claramente definida.
El segundo reto es descansar nosotros individualmente. En mi equipo tengo líderes que aplican una contundente política de descanso de personal ¡pero no se la aplican ellos mismos! Es un error. He comprobado que por bueno que seas, para trabajar muy duro hay que descansar adecuadamente. Tan importante es el compromiso laboral como el tiempo reparador que nos proporciona el tiempo libre. Aunque nuestro trabajo nos lo tomemos como hobby, debemos desocupar la mente y, si ello nos produce ansiedad, ocuparla en tareas placenteras diferentes. La actividad física es una gran aliada.
Otra fuente de preocupación individual es cómo queda el equipo y las obligaciones. El contrato de nuestra vida tiene propensión a aparecer en verano y en Navidades pero nosotros no debemos estar en eso. Como somos buenos líderes, tenemos un equipo cohesionado en el que hemos sido capaces de delegar todas nuestras funciones, para que el sistema siga en marcha en ausencia del jefe.
Cuando el equipo tiene delegadas funciones capitales, el equipo aprende. Si por el contrario, ante un imprevisto la solución es llamar al jefe, el mismo equipo se vuelve dependiente, no toma decisiones. Si estamos de vacaciones, lo lógico es nombrar un líder interino que sólo nos debe molestar si la oficina sale ardiendo. Para todo lo demás debe resolver él o ella.
El paraíso ideal
Cuando empezamos las vacaciones tenemos un par de días de ajuste, en los que estamos todavía tensos e irascible. También tendemos a idealizar viajes y lugares de destino: pensamos en el paraíso, pero poca gente puede permitirse ir a una playa desierta en las Seychelles. Normalmente acudimos a lugares con más veraneantes, con recursos de ocio y restauración siempre llenos y con mayor contaminación acústica. Esto nos provoca un doble estrés: el de las propias molestias y el que éstas se produzcan precisamente en nuestras idealizadas vacaciones. En estos casos, nos ayudará bajar el listón de la exigencia, pensemos que un chiringuito no es un prodigio de eficiencia sueca, sino un sitio en el que el tiempo tiene otro ritmo. Pidamos otra cerveza… que ya llegará.
Nos ayudará relativizar la importancia de las cosas, las personas competitivas viven a diario pugnas que parecen a vida o muerte, pero que no son para tanto. Respirar hondo, contemplar el paisaje, embelesarse con un atardecer, poner la mente en blanco son indicadores de que vamos por el buen camino. Son placeres de los que enamorarse y que están en nuestro interior.
En un mundo tan trepidante como el nuestro, ni descansar resulta ya sencillo, por eso debemos poner talento en estos días en los que cuanto más lejos del móvil estemos, mucho mejor para todos. Si consideramos el arte como algo que requiere talento, esfuerzo y técnica, apliquémonos a prender ese arte de descansar bien.
Felices vacaciones.
Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales
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