Evita trabajar «al sprint»: planifica.
Ser un líder de éxito no se logra al sprint. Se trata más bien de una carrera de resistencia, muy alejada del logro inmediato. Nadie niega que se puede alcanzar un éxito fulgurante gracias a la suerte o por estar justo en el lugar y momento adecuados, pero esos casos son los menos y las ganancias suelen ser efímeras. Si pensamos en grandes líderes empresariales, rara vez nos encontraremos con personas que consiguieran el éxito por mera suerte: lo que sí abundan son empresarios con perseverancia, flexibilidad, clarividencia, obsesión por el producto, orientación al cliente y capacidad de organización. Por el contrario, hay visionarios que lo dan todo durante seis meses pero que terminan desanimándose y dejan sus proyectos en la cuneta. Cuando un joven emprendedor me presenta una idea y me pido consejo, siempre se lo ofrezco; pero me fijo mucho en su capacidad de sostener el trabajo que supone alcanzar su sueño ¡durante años! En la mayor parte de los casos, los candidatos se desinflan a los pocos meses y le idea jamás se materializa.
En las organizaciones también existen gestores que trabajan por impulsos: asumen un proyecto con ilusión y lo trabajan con inicial intensidad, pero se aburren pronto. Requiere mucha más visión de conjunto trazar metas y cumplirlas rutinariamente. Empezar un proyecto es entretenido, mantener con persistencia las acciones que lo convertirán en un éxito es aburrido. Muchos proyectos empresariales fracasan por esa falta de persistencia en el cambio. A la hora de calibrar las posibilidades de triunfo de una iniciativa, debemos decidir si la organización tiene la capacidad de alcanzar pacientemente todos los hitos necesario para ello. Recordemos que en nuestro desempeño cotidiano, solemos centrarnos en «lo urgente» y perdemos de vista «lo importante» que es lo que añade valor y competitividad a largo plazo. ¿Tenemos los recursos, la perseverancia, el presupuesto y el ánimo para terminar el proyecto?
Planificar y cumplir
Pongamos que queremos vender nuestro producto en un nuevo país. Esto es algo muy fácil de imaginar pero muy difícil de realizar. Un sprinter que trabaje por impulsos, disfrutará inicialmente con los primeros lances: los viajes, la traducción de la web, primeros contactos en el extranjero, organizar ferias, una cultura nueva. Pero el mundo es tan competitivo que un producto debe ser extraordinario para abrirse paso en el ancho mercado internacional. Lo más probable es que nos encontramos que la competencia es tan buena o mejor que nosotros. Además un producto excelente no basta, debemos crearle su espacio comercial. Si queremos que se venda estamos obligados a planificar con realismo toda una serie de medidas y luego ponerlas en marcha, previsiblemente con resultados modestos al principio. Tras los destellos y las ilusiones iniciales, llega el trabajo tedioso de cada día (algo que al impulsivo le gusta poco).
Un líder que quiera ganarse el respeto de su equipo debe planificar y ejecutar siempre con mesura y templanza, evitando impulsos desbordante que sólo lograr confundir y enfadar a su equipo. Claro que habrá momentos en los que sea necesario dar el do de pecho, pero lo trascendente será siempre la incansable persecución de objetivos. Más que sprinters, debemos ser grandes fondistas.
Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales
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