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Rastrea que se cumple lo mandado

Desde hace varios meses estoy manteniendo reuniones con muchos de mis colegas directivos (somos 120) para aprender entre todos sobre la mejora del funcionamiento de nuestra organización. En estas charlas les digo que «cualquier necio cree que sabe mandar porque dar órdenes es muy fácil». Por el contrario, liderar es arduo porque comporta que esas órdenes sean inteligentes, que se cumplan y que el equipo se motive con ello. Cualquier idiota saber farfullar instrucciones y enfadarse cuando algo sale mal pero sólo los verdaderos líderes saben influir positivamente para lograr las metas del conjunto.

En uno de estos seminarios de liderazgo que estoy impartiendo, una directora de zona me mostraba su inquietud: «Me preocupa mucho que la gente a veces no cumpla mis instrucciones». Mi respuesta fue: «¿Te has planteado si se podían cumplir». Ocurre con los líderes como con los grandes generales, que ganan batallas porque eligen las condiciones más favorable para luchar. El líder debe saber perfectamente si la dirección que marca es realista y si los objetivos marcados son alcanzables en un entorno condicionado por factores limitantes. Preferible es dar pocas órdenes y que se cumplan todas a estar todo el día dando instrucciones que se lleva el viento. Si un jefe está todo el día ordenando, pero nada se cumple, su prestigio se desploma.

Debemos aprender a mandar bien. «Ten cuidado con lo que mandas» es una frase muy militar, que viene a decir que en una organización eficiente las órdenes se cumplen, por lo que no pueden librarse sin ton ni son, deben enfocarse al cumplimiento de la misión. Es obligación del líder anotar las instrucciones para hacer cumplir lo mandado. Si la lista es demasiado larga, a lo mejor la acción de mando está mal orientada porque se exige demasiado al equipo o se está delegando poco. Llevar un recuento de las cargas de trabajo del equipo permite calibrar si el grado de exigencia es adecuado, holgado o excesivo. Hacer seguimiento no equivale a conformarnos con un informe verbal del tipo: «eso ya se hizo». Hay que rastrear que lo mandado se ha cumplimentado con precisión, porque si se cumple «de aquella manera» el equipo se acostumbrará pronto a hacer trampas.

Analizando los incumplimientos
Si hacemos seguimiento de la acción de liderazgo, cuando algún plan no nos salga estaremos en disposición de auditar  los resultados de forma desapasionada. Se ha de examinar si la orden era cumplible y si lo era, cuáles han sido los obstáculos que causaron que no se materializara. Una vez analizado el caso podemos establecer, si fuera preciso, las acciones de mejora o las correctivas que enderecen la situación. Recordemos que cuando una orden no se cumple es siempre culpa del líder: o bien porque no se formuló correctamente; o bien porque se asignó a quién no la iba cumplir o bien porque no se verificó su cumplimiento. El auténtico líder siempre es responsable.

 

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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