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Liderar con buena educación

Nadie habla ya de la buena educación: no la ves en la tele; no la oyes en la radio; los actores de moda no pronuncian estas dos palabras… los youtubers acaso ignoran lo que es. Si nos tropezamos con el concepto de «educación de calidad» nos referimos a lo que antes llamábamos formación y que ahora es un arma arrojadiza entre políticos de diferente bando. Antes no era así: los que vamos peinando canas recordamos que cuando éramos niños nuestras madres y abuelas se esforzaban mucho en que obtuviéramos esa «buena educación», también le llamaban «urbanidad» o «saber estar». ¿Cuántas veces hemos nos decían: «En la mesa y en el juego se demuestra la educación del caballero»? ¿Cuántas regañinas por interrumpir a «las personas mayores»? ¿Cuántos recordatorios por bajar la cabeza al plato? La buena educación es un conjunto de normas sutiles que refinan la convivencia social, sobre todo en las distancias cortas. Forma parte de las tradiciones que conviene preservar y que se van actualizando con las nuevas costumbres como el uso del móvil. Con una gran educación puedes relacionarte eficazmente en una recepción de embajada, pero también con un grupo de estudiantes o con una cuadrilla de carpinteros metálicos. Al periodista Manuel Martín Ferrand le oí la frase: «Buen porte y buenos modales abren puertas principales», que demuestra que yendo bien vestido y siendo educados tendremos la capacidad de relacionarnos en los ambientes más selectos.

La educación en la mesa obliga a quitar el codo de ella, pero también a saber que la tortilla no se corta con cuchillo o que después de beber hay que secarse la boca. La buena cortesía se traduce en saber callar, saber agradar, conversar con simpatía y tener consideración, que es un genuino aprecio por el esfuerzo de los demás para con nosotros. En sus grados más elementales, tener educación es hablar de usted; pedir las cosas por favor; dar los buenos días; dar siempre las gracias; evitar las palabrotas y tener respeto por los demás evitando estridencias (algunos programas de televisión inculcan justo lo contrario).

Educación para el éxito
Sin educación no es posible subirse al ascensor social. Podemos pensar que llegaremos lejos, pero todos los dirigentes que conozco tiene un gran dominio de las convenciones sociales que les permiten tener éxito. En las organizaciones, además, utilizar el protocolo es muy útil para atender a cargos públicos. El protocolo es la educación de las organizaciones: si un alto cargo nos visita, esperará que le recibamos en la puerta, que el personal se levanta a su paso y que en un acto le sentemos en un sitio conforme con su rango, además de muchas otras normas. Si no se observan estas normas sociales a título individual o colectivo, quedaremos como patanes y la imagen que proyectaremos será de inferioridad. Tampoco se trata de contratar un jefe de protocolo, sino de esforzarnos en las relaciones sociales más exquisitas.

Con educación todo es más fácil y se llega más lejos: hagan la prueba porque les sorprenderá.

Carlos González de Escalada Álvarez
Doctor en Ciencias Sociales

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